martes, 19 de abril de 2011

Huertos urbanos

En Mirasierra se alquilan huertos a quien quiera cultivar sus propios productos

Nieves Gárate pensó que el mejor regalo para su marido, un ingeniero de minas recién prejubilado a sus 62 años, era un huerto. El marido, Carlos, llevaba tiempo fantaseando con tener uno en Menorca, su lugar de origen. Cultivar sus propias plantas le parecía una buena salida para cuando le tocara emprender la retirada.

Ese reducto de la naturaleza -disponible en régimen de alquiler- se encuentra en Fuencarral-Mirasierra, dentro de las instalaciones de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce.

Sandra Carretié, la madre del invento, siempre ha sido una aficionada a la jardinería. Realizó algunos cursos, pero básicamente es una autodidacta con mucho tesón. Durante cuatro años ha estado maquinando la idea de poner en marcha huertos urbanos, algo así como traer el campo a la ciudad, rus in urbe, el lema del proyecto Huerta de Montecarmelo.

Carretié se puso manos a la obra inspirada en uno de sus viajes a Francia. "Frente a la maravillosa Huerta del Rey de Versalles pensé lo desvinculados que estamos de la huerta, cuando es el lugar de donde nace el jardín y que en la Edad Media era como el símbolo del paraíso perdido, donde se recogen los frutos". Empezó a diseñar los huertos a principios de 2010: primero, adecuar el terreno, limpiar el suelo, nutrirlo. Hasta ahora se han montado 80 huertos con su sistema de riego, los bancales y los tutores. Para estas faenas, contó felizmente con 20 trabajadores discapacitados de la Fundación ("Personal Keepers", precisa Carretié) que estaban a punto de perder sus trabajos por la crisis inmobiliaria. Una ayuda impagable para ella: "Estoy sorprendida de su energía, de su capacidad de trabajo y buena disposición, crean un buen ambiente que te invade".

El 18 de marzo se inauguró el proyecto. De los 80 huertos disponibles, que se irán ampliando hasta 150, ya se han alquilado la mitad. ¿El perfil de usuario? Muy variado, explica Carretié. "Grupos de amigos, o amigas, que alquilan un huerto entre cuatro; aficionados que viven en Madrid y añoran el huerto del pueblo; familias con niños, que les enseñan desde los tipos de semillas hasta el tipo de producto que comerán después en casa".Cada cual elige el tipo de variedades que quiere cultivar. Aunque se parte de una base, sugiere Pablo Prieto, perito agrícola que, junto con Ramón Fernández, acompaña a la impulsora en el proyecto. "El huerto tiene que tener plantas clásicas, tomates, lechugas, calabacín, puerros, cebollas...; aromáticas, como tomillo, menta, perejil o romero, y flores de temporada". Después, solo hay que esperar a que la naturaleza con su ritmo haga el resto.

Este tipo de proyectos, más habituales en Londres, en algunas zonas de Italia y Alemania, no son habituales en Madrid. Existen algunos autogestionados por vecinos en terrenos abandonados, y otros que solo alquilan el terreno. La ventaja de Huerta de Montecarmelo es que si a uno le desaparece el ímpetu jardinero, el mantenimiento del huerto está asegurado.

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