domingo, 10 de abril de 2011

Yo confieso

Voy a escribir esto y es muy posible que cuando lo termine y lo vea publicado me arrepienta de haberlo hecho, pero el caso es que, como me apetece hacerlo, lo hago.

Tengo un sentimiento ambivalente, dual y enfrentado con el grupo que hemos formado en Vistabella, y no es por culpa de las personas que lo integran, ni mucho menos, es culpa única y exclusivamente mía. Me explico. Me gustan las personas, me gusta relacionarme con ellas y creo que soy bastante bueno cuando lo hago: creo que soy educado, intento atender a las explicaciones que me dan, sonrío cuando hay que hacerlo, atiendo a las llamadas de amigos y conocidos, accedo (aunque siempre a regañadientes) a las invitaciones que me hacen, me ofrezco a ayudar en lo que mi formación y experiencia me permite e intento responsabilizarme de los cometidos que me asignan. Pero en lo que atañe a este grupo debo confesar una cosa: creo que en mi interior late un ser tremendamente antisocial, que abomina la exposición pública, que huye del contacto con los demás si puede hacerlo y que adora los momentos de soledad. Supongo que ese miedo a la exposición pública es pura timidez, por ello también mi incapacidad para expresar opiniones que en mi cabeza están clarísimas, pero que a la hora de salir al aire se van tornando poco a poco en ideas temblorosas e inseguras. Me pasó hace bien poco en una de las reuniones que tuvimos, en la que fui incapaz de defender el trabajo que habíamos hecho y lo más importante, fui incapaz de defender el tiempo de trabajo que habían empleado mis compañeras en confeccionar un proyecto bueno para el grupo y por encima de todo, bueno para la Asociación de Vecinos. Un proyecto ante el que no cabía discusión porque era, repito, bueno para solucionar problemas del barrio. El caso es que ese bloqueo para expresarme me produjo un sentimiento de culpa que todavía me dura.

Pecado: sí, estoy usando este blog como psicoanalista. Lo siento, no tengo dinero para pagar uno. Penitencia: si la hay, no pienso hacerla.

Y es curioso, porque nunca me han gustado las asociaciones, sean del tipo que sean, precisamente por esa asociabilidad, por esos miedos a los que me he referido antes y por cobardía ante posibles enfrentamientos con alguno de sus miembros. Segundo tema para psicoanálisis: mi madre siempre me dijo que dejara las cosas pasar, que no me metiera en líos. Yo le he hecho caso en mi vida… hasta cierto punto.

Pero a pesar de no gustarme el asociacionismo, me estoy congratulando últimamente, y mucho, con lo que estoy viviendo a mi alrededor. Estoy incluso haciendo las paces con la Murcia en la que vivo, cosa que me ha resultado durante años imposible. Y me congratulo y hago las paces, como digo, por dos motivos que estoy viviendo desde hace unos 3-4 meses: las movilizaciones en contra de los recortes del gobierno Valcárcel y el surgimiento e inclusión mía en el grupo de vistabelleros que quiere un barrio mejor. Nunca había vivido en esta ciudad un traspaso de información a través de Internet tan productivo como el de este tiempo, nunca había protagonizado tantas y tan numerosas manifestaciones con personas de diferente ideología en contra de medidas que consideramos injustas, nunca había hablado tanto con gente que no conocía absolutamente de nada de los problemas que tenemos como trabajadores y de lo que podemos hacer para suprimir esos problemas… Y bien, nunca había pertenecido a un grupo tan heterogéneo y tan interesante, con personas que trabajan en modalidades para mí admirables: arquitectos que intentan mejorar la forma de vivir de las personas; biólogos que ejercen de conciencia ecológica; filólogos que pretenden una formación en distintos idiomas para sus hijos; licenciados en Derecho que administran reglas para una mejor convivencia; artistas que lanzan cañonazos de imaginación a nuestras cabezas; diseñadores, músicos, trabajadores sociales, editores…

Impresionante, me parece realmente impresionante que personas que no se conocen de nada se dirijan a un bien común y tiren por tierra y machaquen mi fobia a las asociaciones. ¡Con lo que me había costado a mí mantenerme firme ante ellas! ¿Pero qué os habéis creído, arquitectos y biólogos? Con lo a gusto que estaba yo y ahora resulta que me veo haciendo fotos para que nos den dinero los de Ikea u organizando fotomaratones para la gente del barrio. Y lo peor de todo es que me gusta, me siento muy orgulloso de lo que estoy haciendo, me gusta decirle a mis cuñadas que en Vistabella se está fraguando algo importante, que a lo peor se queda en nada, pero que bastante se está haciendo ya.

De verdad que mi intención no era escribir un panegírico sobre el grupo de Vistabella, lo único que pretendía era confesarme, contar mis inseguridades ante vosotros. Lo que pasa es que, a medida que iba escribiendo, se ha ido confeccionando en mi cabeza una de esas listas que tan poco me gustan de pros y contras, y de repente los pros le han metido un repaso a los contras que me han dejado sin argumentos pesimistas.

Oye, y tampoco se vive tan mal siendo optimista.


1 comentario:

  1. Bienvenido a la desinhibición social y a la confianza en que muchos individuos unidos pueden cambiar las cosas y hacer que otro mundo sea posible. Viva la sinergia.

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